Soy tu fan Capitulo 6

ACERCA DEL FIC: en este capítulo hay Jaemin XD
poquito, pero nadamás quería avisarles...
y ahora lo escribí todo desde el punto de narrador... para que experimenten las distintas facetas del fic ^^
Sin más preámbulos, aquí lo tienen, espero sus coments ^^


–¡Por todos los cielos, podrías explicarme de una vez que tienes!

–Y…yo…yo hice.

–Tómate esto, te ayudará a calmar tus nervios.

–Hmm…

–Ahora si, dime, ¿Qué haces aquí a estas horas? Y con ese olor a alcohol…

–Yo, le hice daño… no quería pero…

–¿De quién hablas?

–De Junsu… el único amigo que he tenido y yo… 

–¡¿Tú, qué?!

–Yo… ¡abusé de él!, su inocencia, su sonrisas, ya no serán las mismas y todo es por mi culpa... ¿Por qué? ¿En qué momento me convertí en esto? ¡No lo entiendo! 

–Trata de calmarte, Jaejoong… solo te haces más daño.

–Dr. Long, ya no quiero ser así…ya no… ¿por qué no puedo?...


APARTAMENTO
[Punto de vista del narrador]

El día después de los acontecimientos que revelaron a Yoochun el secreto que tanto había tratado de descifrar, él mismo dispuso, sin dar razones, que a partir de ese día habría un cambio en los ocupantes de las habitaciones: Junsu pasaría a compartir cuarto con él y Changmin con Jaejoong.

Ya se había preparado mentalmente para dar pelea a las réplicas de Changmin, pero para su sorpresa estas nunca llegaron, el más alto aceptó la disposición sin más, no se quejó en lo más mínimo, ni si quiera preguntó el por qué, cosa que en serio preocupó a Yoochun ya que era entendible que ni Jaejoong ni Junsu cuestionaran sus actos ¡pero Changmin!, quien no perdía oportunidad para hacer pleito.

Pero al fin y al cabo, eso era mejor para Yoochun. Aquella vez, después de que Jaejoong se marchara a su habitación hecho un mar de lágrimas (que a Yoochun no conmovieron ni un poco, claro, al ser testigo de la agresión que éste cometía a su adorado Junsu podía asegurarse que jamás podría ver a Jaejoong del mismo modo) Yoochun no dejó que Junsu volviera a poner un pie en su habitación y le ofreció quedarse en su cama, mientras él se quedaría en el piso. Había pensado quedarse en la sala, pero al estar ahí las imágenes de Junsu siendo acariciado ferozmente por Jaejoong lo asaltaban haciendo que su sangre hirviera y le despertasen unas ganas de ir a golpear a Jaejoong hasta matarle… así que para evitar tragedias prefirió el frio piso, además así podía estar cerca de Junsu.

La mudanza de ropa, libros, botellas, estuches y demás objetos resultó más complicada para Changmin que para Junsu, éste ultimo aún tenía varas de sus pertenencias guardadas en las maletas, mientras que el otro además de tener todo esparcido por sin ningún lugar, tenía muebles que le eran imprescindibles, como el escritorio en el que hacía sus deberes escolares con desesperación en las madrugadas, después de sus aventuras nocturnas.

Jaejoong pidió permiso para llegar tarde, su jefe se vio muy comprensivo, aparte de que en el fondo se sentía culpable por el estado de resaca en su joven empleado. Ése permiso agilizó la mudanza, llevándose por completo esa misma mañana.

– ¿Quieres que te ayude en algo, Changmin-shi?— Preguntó Jaejoong amablemente a su nuevo compañero, sonriendo deslumbrantemente. Sabía bien como fingir, esa era la cualidad mayor de Kim Jaejoong, aunque por dentro jamás se había sentido tan mal física y mentalmente.

–No es necesario.— Le contestó devolviéndole la sonrisa, viéndolo de arriba abajo. Le resultaba tan tentadora esa imagen frente a él: un Jaejoong recién salido de la ducha, con sus cabellos empapados y la camisa blanca no del todo abotonada… Siguió acomodando sus cosas, pensando la manera de inmiscuir a la conversación lo que desde hace rato perturbaba su mente. —Que raro el cambio de Yoochun, ¡ash ese tipo siempre haciendo cosas tan estúpidas si razón!— Lanzó ese comentario al aire, esperando alguna respuesta de Jaejoong, sin embargo el otro no advirtió sus intenciones y se limitó a formular un pretexto.

–Él y Junsu se han hecho muy unidos, tal vez solo querían estar más tiempo juntos. — dijo conservando la misma sonrisa a la vez que secaba su cabello, mirando su reflejo en aquél vitral que servía de puerta plegadiza.

–Jajá probablemente sea eso…–Terminó de acomodar unos libros y la pequeña lámpara en el escritorio de madera, entonces, se dio la vuelta de nuevo mirando a Jaejoong. Estaba de espaldas a él, pero gracias al reflejo del vidrio podía ver su rostro. — O tal vez sea que tiene miedo de que se vuelva a repetir lo de anoche…

El ruido del artefacto con que Jaejoong secaba su cabellera se apagó repentinamente, pero siendo Kim Jaejoong, no tardó en recuperarse y encenderla de nuevo, riendo algo nervioso.

–¿De qué hablas, Changmin-shi?

–Deja de fingir.— Fue una orden, potente y segura. Se acercó hasta Jaejoong y éste se dio la vuelta para verlo, aún con expresión de no saber a que se refería. —La vez pasada pensé que había sido mi imaginación, porque estaba dormido antes de ser despertado por sus ‘ruidos’… pero ayer estaba tan despierto como lo estoy ahora.- Era inteligente, no era el mismo tipo de inteligencia que Jaejoong tenía, no. Jaejoong era excelente en sus notas, pero su inteligencia no siempre era suficiente cuando se trataba de cosas fuera de lo académico, prueba de ello era la descuidada escena de ayer. En cambio Changmin estaba dotado de la astucia de un leopardo al asecho, siempre al pendiente de lo que pasaba a su alrededor, consiente de todo y observaba a las personas tan trasparentemente como el agua. —Tú no eres tan tierno como aparentas.—le dijo mientras se acercaba a él, retirando un mechón de cabello de su rostro.

–Felicidades, me has descubierto. —Susurró Jaejoong colocando sus manos en el pecho de Changmin, haciendo círculos juguetonamente con sus dedos en la camisa de éste, y sonriendo sensualmente. –Creo que eres la única persona que merece mi respeto en este lugar…

Changmin lanzó una risita de victoria, por un momento pensó que Jaejoong negaría los hechos, pero el que lo haya aceptado era una prueba más de su inteligencia… no tenía caso negar algo que era más que evidente.

–¿A qué has venido a Seúl?— Como Jaejoong se estaba mostrando tan complaciente, Changmin lo tomó como una invitación a seguir esa especie de ‘juego’, llevó ambas manos a sus costados y empezó a desfajar la impecable camisa blanca de los pantalones de Jaejoong. Esperaba la misma complicidad en cuanto a sus preguntas.

–Es un secreto…– Le contestó muy cerca del oído, haciendo su típico movimiento, deslizando su lengua por el cuello de Changmin lentamente, sabiendo que de él se podían esperar cosas muchísimo más interesantes que las tímidas reacciones de Junsu.

–Seremos compañeros de cuarto, ¿es suficiente para tener tu confianza, no?— Las traviesas manos de Changmin se había logrado infiltrar debajo de la camisa blanca, ahora subían decididas buscando su objetivo...

–No, eso no es suficiente.— y antes de que las manos de Changmin lograran su cometido, Jaejoong lo empujó fuertemente, cayendo ambos sobre la cama que fuera antes de Junsu.

Y parecía que nadie los detendría ahora, Jaejoong retiró hábilmente la playera sin mangas que el más lato llevaba puesta, la aventó lo más lejos que pudo. Changmin estaba encantado de por fin haber encontrado alguien que se encontrara a su nivel, con solo tener a Jaejoong postrado con cada rodilla a un lado de sus caderas ¡se estaba volviendo loco!

Jaejoong le sonrió, fingiendo a voluntad esa faceta de inocencia, llevando una de sus manos a su rostro, como apenado de lo que estaba haciendo, mientras que la otra la apoyó ‘accidentalmente’ en cierta zona palpitante del cuerpo que estaba debajo de él.

–Ahh… ¡por dios, deja de Jugar!— con una repentina fuerza desbordante, Changmin se incorporó sacando brutalmente aquella camisa blanca que se había convertido en adversario principal de sus deseosas manos.

Jaejoong lanzó una carcajada a la vez que se dejaba desvestir, mientras disfrutaba el ardiente roce entre sus miembros por encima de sus ropas… estaba seguro, desde un principio, que sería mucho más divertido si llegaba a encontrar a alguien como él.

–Era nueva, tendrás que comprarme otra después.— Le reclamó Jaejoong al escuchar como unos botones salían volando por el aire al derribarse la poca paciencia de Changmin.

–Las que quieras… aunque te prefiero sin ellas.— “Por fin”, pensó el moreno cuando se deshizo de una vez de aquella estorbosa cosa. Ambos estaban sentados, Changmin en la cama y Jaejoong sobre él, enredando sus piernas alrededor de su cuerpo para poder tener más contacto.

–Ahh… Changmin…–Jaejoong no pudo contener un ronco gemido cuando sintió los labios de Changmin sobre una de las protuberancias rosadas en su pecho. Se divertía con él, lo había deseado tanto, pasó su lengua sobre de éste una y otra vez…

–Eres delicioso…– dijo Changmin deteniendo sus caricias solo un instante, pero se vio sorprendido por un vago pensamiento, justo antes de terminar la frase algo en su cerebro quiso agregar el nombre de “Minho” al final, pero por suerte se detuvo.

Jaejoong se dejaba hacer, la noche pasada había sido de gran frustración… primero cuando por algún motivo, que seguía desconociendo, no dejó que Yunho lo besara; y después cuando no pudo consumar su escena con Junsu. Su cuerpo se curvaba hacia atrás disfrutando con todos los sentidos, pero, como siempre, pensando en otra persona, imaginándoselo tan cerca como lo había sentido ayer, con su varonil aroma… De pronto la realidad lo golpeó.

–¡No!—De nuevo Changmin fue testigo de la descomunal fuerza del peli oscuro. Y es que hizo algo, algo que nunca se debe hacer cuando se tarta de Jaejoong. Intentó besarlo.

–¿Qué te pasa? ¡¿Por qué me golpeas?!— Después de haberle plantado una cachetada en su mejilla derecha, Jaejoong se bajó de su cuerpo acomodándose su pantalón y empezó a buscar otra camisa en el armario, como si nada hubiera pasado.

–Nadie te dijo que podías besarme.— dijo probándose por encima una camisa celeste y mirando pensativo su reflejo en el vitral.

–¡¿No me digas que crees en esas sentimentaleces?!— Jaejoong frunció el seño al escucharlo pero no dijo nada y buscó una corbata que combinara con la nueva camisa. – ¡No puedes dejarme así!

De nuevo el recuerdo de Minho lo acechó, desde ese día no había intentado nada con nadie y ahora que lo había hecho su imagen lo torturaba… además de que, como en aquella ocasión, lo habían dejado vestido y alborotado… o más bien desvestido y alborotado.

–No es solo eso, me di cuenta que no concordaríamos en muchas cosas.—Hablaba de una forma tan natural que desesperaba al otro, ¿Cómo es posible que tuviera ese poder mental? Así tan rápido se había recuperado, siendo que momentos antes estaba excitado y gimiendo su nombre.

–¿Cómo cuales?

–Yo no acostumbro estar ‘abajo’… y vi que esa era tu intención.—Tenía razón, el ego de macho de Changmin no le hubiera permitido cambiar sus costumbres. No, Changmin siempre tenía que ser el ‘dominante’.

–Pff… pero con esa cara de princesa que tienes.— Se burló Changmin, mientras trataba de pensar en otra cosa y bajar su ‘ánimo’.

–Mi mano marcada en tu cara deja claro que de princesa no tengo nada.—Le contestó Jaejoong con la misma frialdad de antes. Ya había terminado de ponerse su saco y su corbata, con su cabello no había mucho problema ya que de lo lacio y sedoso que era podía peinarse fácilmente con las manos, además de que ya se le estaba haciendo tarde.—Me voy, mi jefe debe estar esperándome… solo le dije me retrasaría un par de horas y ya me he pasado… nos vemos más tarde.—Antes de salir le lanzó un beso desde la puerta.

–Maldito Kim Jaejoong…–Maldijo en voz alta después de que el peli oscuro se hubiera marchado– “Todos los niños lindos son iguales… en el fondo son de lo peor”, pensó Changmin amargamente.


En otra de las habitaciones el ambiente estaba muy dificultoso. Junsu no podía alejar la vergüenza que sentía, se sonrojaba a cada instante… a veces recordado el beso y en otras la situación en la que fue descubierto por Yoochun.

Por su parte, a Yoochun lo abrumaba un intenso miedo de que la buena relación que hasta el momento había tenido con Junsu cambiara por los hechos de ayer. No se arrepentía de nada, ni de haberlo besado, ni de haber interferido para salvarlo… es más, estaba muy satisfecho por ambas cosas, pero no sabía que era lo que Junsu pensaba. No quería lastimarlo ni acosarlo con preguntas, lo quería tanto, de la manera más hermosa y dolorosa que jamás pensó querer a alguien pero, sabía que Junsu estaba pasando por cosas difíciles, quería que confiara en él al cien porciento antes de hablarle de sus sentimientos.

–¿Te ayudo con eso?— le preguntó al ver como el pobre de Junsu hacía un gran esfuerzo moviendo una de sus maletas que parecía contener piedras en vez de ropa.

–No, está bien…–Respondió algo tímido. En toda la mañana era lo único que había conseguido de él, frases compuestas de dos o tres palabras, lo estaba matando y debía hacer algo pronto.

–Junsu…–lo llamó, acercándose hasta donde se encontraba. Mil pensamientos pasaron pro la atormentada mente de Junsu: “¿Me va a preguntar por Jaejoong?” “¿Me dirá que le doy asco y no quiere acercarse a mí?” “¿O me dirá lo decepcionado que se encuentra de mi conducta?”. Junsu palideció, mientras miraba con dificultad los ojos del pelinegro. — ¿Te gustaría salir conmigo el próximo fin de semana?

Junsu exhaló un suspiro de alivio. Ver la sonrisa de Yoochun, la que le mostraba siempre, ignorando por completo lo de ayer, lo tranquilizaba tanto.

–¡Me encantaría!—Si Yoochun fingía que nada había pasado, Junsu haría lo mismo. Nunca había sido bueno manejando las situaciones incómodas y esto el caía como anillo al dedo, además de que también le fascinaba la idea de salir a pasear.

–¡Bien!— Hubiera saltado de la emoción, peor no quiso perecer tan desesperado.— ¿A dónde te gustaría ir? ¿Al parque de diversiones? ¿A un centro comercial? ¿A un restaurante? ¿Al cine?... ¿¡O a todos lados!?— Pero su falsa tranquilidad se fue por un tubo después cuando le preguntaba a Junsu el lugar que visitarían, sonriendo como maniático al imaginarse los diferentes escenarios románticos.

–Jeje, no creo que eso sea humanamente posible.— sonrió Junsu avergonzado y conmovido por el entusiasmo de Yoochun.

–¿No has escuchado el dicho que dice: “Si se quiere, se puede”?... Pues si yo quiero ¡puedo llevarte a todos lados!

–A mi no me importa, siempre que esté contig…–No supo por qué lo dijo, cubrió su boca con ambas manos, sonrojándose y abriendo sus ojos al máximo. Yoochun tardó un poco en asimilar lo que había estado a punto de decir, pero una vez que su cerebro lo procesó su sonrojo fue peor que el de Junsu, parecía una bandera de huelga viviente, con el rojo de su rostro contrastando con su cabello azabache.

–Oh… emm… entonces, ¿qué te parece si esta semana vamos a un centro comercial y después al cine y la próxima al parque de diversiones y después a cenar?— No le importaba quedarse pobre, no comprarse esos speakers que tanto había deseado, todo con tal de pasar un tiempo a solas con su adorado Junsu, viendo sus hermosas sonrisas.

–Está bien.— Dijo Junsu concentrándose en no decir nada vergonzoso esta vez. Le gustaba estar con Yoochun, le gustaba como lo hacía sentir, pero no quería olvidar de nuevo lo que debía de hacer, después de todo, el ama a Jaejoong ¿no es así? Y, por amor, uno está permitido de hacer varias cosas, incluso traicionar a un buen amigo.

El silencio se interrumpió por el sonido del gran reloj, obsequio de la madre de Changmin, que estaba colgado en la sala, indicando que eran ya las doce del mediodía.

–¡Oh rayos, llegaremos tarde de nuevo!—Ambos empezaron a prepararse para irse lo más pronto posible.

Justo la semana pasada habían sido reprendidos por llegar tarde, ya que se habían detenido en una heladería pensando que no tardaría mucho, pero para ellos era imposible conservar la noción del tiempo cuando estaban juntos… Junsu se la pasaba hablando de anécdotas divertidas de su infancia o de cosas tan triviales con esas, mientras que Yoochun se perdía en sus lindas expresiones.



Al mismo tiempo que los dos jóvenes se apresuraban para llegar al trabajo, en un modesto edificio perteneciente a Jung Corporation, había alguien quien no pudo evitar llegar tarde.

–Buenos días…–Aún no tenía oficina propia, algo que al parecer ya se había retrasado más de lo que Yunho había dicho… es por eso que entró a la oficina compartida algo incómodo, no sabiendo si en esta ocasión debía avisar antes de entrar.

–Llegas tarde.—Le respondió Yunho sin levantar la vista del montón de documentos que revisaba justo antes de la llegada de su asistente, además de que su voz sonaba fría y distante, ni siquiera le había llamado ‘niño’ como solía hacerlo cuando se saludaban.

–Lo siento, tuve un inconveniente.— “¿Por qué?”… se preguntaba Jaejoong una y otra vez. Si las cosas le habían parecido tan sencillas las primeras dos semanas, nunca en su vida pensó que al momento de estar realizando su tan anhelada venganza dudaría de ello.

–Que no se vuelva a repetir…– Por fin alzó la vista, tratando de hablarle como lo hacía con los demás, de no pensar en lo cerca que estuvo ayer de besarlo—Siéntate, necesito que revises más proveedores y los compares con los que Donghae ha enviado esta mañana.

–Si. —Avanzó despacio, temiendo que de pronto le fuera a reclamar algo respecto al día anterior… aunque no había hecho nada malo, o al menos eso pensaba, tenía la impresión de que Yunho estaba muy molesto.

Estuvieron trabajando en silencio, no había bromas, ni risas ni nada… definitivamente algo había cambiado, en ambos… Jaejoong estaba confundido, era la primera vez que dudaba acerca de algo, pero su amor propio no le dejaba renunciar a lo que tanto había planeado; por otro lado Yunho no había podido dormir y estaba en pié solo a base de un café bien cargado que su mamá le había preparado.

Se empeñaba en no verlo… en concentrarse en los miles de asuntos que tenía que atender con el ‘renacimiento’ de su empresa pero lo único que conseguía era aumentar la tensión que la trasnochada le causaba a su cerebro y se reflejaba ahora en sus ojos chispeantes. Vencido por sus intentos prefirió darle la salida un poco más temprano, diciéndole vagamente que ambos estaban ya muy cansados y que sería mejor continuar mañana.

–Está bien. —le contestó Jaejoong resentido, pero sin demostrarlo– El proveedor recomendado por Donghae-shi para la campaña publicitaria es muy bueno, creo que deberíamos contratarlo…–no “creía”, estaba seguro de ello, pero la vacilación era por el miedo a la ruda voz de su jefe.

–Entonces, así será.

– ¡Yunho, he venido a visitarte a tu oficina!—El vicepresidente entró de golpe al lugar, azotando la puerta. El estruendo llegó hasta las profundidades del sensible oído de Yunho, quien solo pudo hacer una mueca de molestia.

–Bueno, yo ya me iba…–se disculpó Jaejoong mientras daba los últimos pasos que le faltaban para llegar a la puerta— ¡Hasta mañana, Heechul!... Hasta mañana, Yunho-shi…–Dijo al final tímidamente y se marchó.

–¿’Yunho-shi’?—Cuestionó Heechul extrañado. De nuevo hizo la misma faena de todos los días para llegar al asiento frente al escritorio de su amigo y poner los pies sobre el escritorio.

–Ese es mi nombre. —le contestó Yunho, evadiendo el tema.

–¡No me salgas con esas cosas Yunho!... Todavía estoy enojado contigo por haberme dejado solo con la cuenta anoche. ¡Que malo eres!—Y ante las chistosas caras de su amigo y sus afeminados modales, Yunho pudo sonreír por primera vez en el día.

–Yo siempre pago, ya te tocaba. —Terminó de guardar los últimos apuntes en su maletín negro, dejando solo una carpeta de color claro afuera.

–Que tacaño, además, todo fue para poder irte con tu ‘amiguito’… De perdido me hubieras invitado, con lo lindo que está ya me imagino lo bien que te la has de haber pasado. —Con las expresiones obsenas faciales de Heechul, esta conversación se había tornado algo inadecuada.

–Deja de decir estupideces. — Para Yunho esos comentarios solo fueron el colmo de los males, borró la sonrisa de su rostro y le aventó la carpeta a la cara.

–¡Oye, en la cara no!—Se quejó Heechul, mientras recogía las hojas que se habían caído sobre su regazo y el suelo.

–Contrataremos el proveedor que Donghae nos recomendó, esa es la información para que te contactes lo más pronto con ellos. —Le dijo Yunho sin mirarlo. Se puso de pié y caminó fuera de la oficina, lo que más quería era llegar a su casa y recuperar las horas de sueño (si es que ahora si podía dormir).

–¡Espera!—Le gritó Heechul, alcanzándolo por su recorrido en medio de los cubículos de los empleados.—Se me olvidaba decirte que Donghae se ofreció a encargarse de ello personalmente.

–¿Y eso? Que yo sepa el no tiene necesidad de andar haciendo este tipo de trabajos. —Donghae era ya muy bien conocido en el mercado, no había empresa que pudiera brindar mejor información de los consumidores que la suya.

–¡Claro que no la tiene! Pero, lo que lo motiva son razones personales…–Ese acento no le gustaba para nada a Yunho, algo había detrás.

–¿Qué motivos?—Jung Yunho no era del tipo entrometido, pero en esta ocasión le fue imposible evitar preguntar.

–¿¡Estas ciego o no quieres ver!?—Yunho hizo ademán de no entender— Mi amigo quedó prendado de la belleza de tu pequeño asistente– se detuvo en seco–, está empeñado en salir con él… y el estar aquí le dará la oportunidad que quiere.

Yunho sintió dentro de sí esa inquietante chispa de alerta, de temor, de inquietud al verse amenazado. Nunca lo había experimentado, ese sentimiento era tan raro, de pronto le hizo querer golpear algo, pudo haber golpeado a su amigo en ese instante, pero sus energías fueron dirigidas a tratar de comprender que era, ya no se sentía cansado, la furia había remplazado su anterior estado…Jung Yunho, a sus 26 años de edad, estaba conociendo lo que eran los celos…



En el transcurso de la semana las cosas siguieron igual para Yunho y Jaejoong, solo que el último lo disimulaba mejor. De muy buena ayuda le había resultado Donghae con sus constantes visitas a la empresa, siempre le animaba tener a alguien adulándolo.

Yunho estaba más colérico que nunca, pero tampoco lo expresaba, o al menos no intencionalmente. Había invitado a Sunye a salir el miércoles por la noche. Abrazándola, trataba de olvidarse de los problemas de la oficina, de su molesto amigo, de la enfermedad de su padre, pero sobre todo, de ese chico de piel clara y ojos brillantes que lo tentaba todos los días, que añoraba…

–Jaejoong-ah, eres un chico listo, deberías de saber ya lo que quiero—le dijo sin más preámbulos el viernes por la tarde, mientras veían los primeros bocetos traídos por Heechul del nuevo diseñador.

–¡Donghae-shi~!—exclamó juguetonamente Jaejoong, dando un ligero golpe en el hombro derecho de su nuevo ‘amigo’.—No es tiempo de hablar de cosas personales, ¡hay que trabajar!

Todo aquel acto de coqueteo fue observado sigilosamente por el dueño de la compañía, que estaba justo frente a ellos, del otro lado del gran escritorio compartido. De nuevo en sus entrañas nació la ira. “¡No puedo sentirme así por él! ¡Es un hombre!” Se repetía inconscientemente eso en su cabeza, para poder revertir de nuevo las ganas de golpear a alguien y en el fondo deseando que si eso pasara ese alguien fuese Donghae.



Ese mismo viernes, en la noche, cierta persona no contuvo más su curiosidad y llamó desde el apartamento a un número conocido, pero que había estado oxidándose por un tiempo. ¿Cuál sería el pretexto? Simple, preguntarle si había podido encontrar aquél libro que buscaba, y si no era así, él mismo se ofrecería a llevárselo hasta su casa.

Esperó impaciente a que alguien respondiera, con las manos temblorosas y sudando… él culpaba al calor por todos esos estragos, obviamente Shim Changmin jamás se pondría así solo por estar haciéndole una llamada a un ‘ex amigo’.

–Si, ¿quién habla?—Una desconocida voz varonil le contestó.

–¿Está Minho en casa?—Pregunto sin responder a la pregunta de su interlocutor. Presagiaba que ese chico que le contestó era la misma persona que acompañaba a Minho aquél día

–¿Quién lo busca?—contestó el chico algo enfadado por el tono grosero de la persona al teléfono.

–Cuando hable con Minho se lo haré saber…– “¿Con qué derecho hace tantas preguntas?” Se preguntó Changmin. Realmente empezaba a molestarle la libertad con que respondía un teléfono ajeno.

–¿Eres ‘ese’ Shim Changmin, verdad?—Se había enterado por Minho que los modales de esa persona no eran muy buenos, además de ser muy altanero; es por eso que supo inmediatamente de quien se trataba.

–Si, soy ‘ese’–dijo arremedando el acento del otro—Quiero hablar con Minho.—Exigió una vez más.

–No está—Changmin apretó los puños y casi hace trisas el teléfono, estaba seguro que mentía.

–¿Cómo que no está? Minho siempre está en su casa a esta hora…–Su habla era ya casi un grito.

–Pues esta vez no, así que mejor llama otro día… o mejor ya no llames—Ambos estaban dispuestos a hacer enojar al otro lo más que pudiesen, pero el sujeto desconocido tenía una facultad que Changmin no tenía: paciencia.

–¿Cómo te atreves a hablarme así?... ¡quién rayos eres tú?—¿’Quién’? Era la respuesta que Changmin deseaba desde antaño, ¿Quién era esa persona que había logrado lo que él no pudo?

–Eso a ti no te incumbe…

–¿Quién es, Nichkhun?—La dulce voz de Mino se escuchó a lo lejos. Había pasado tanto desde que Changmin la había escuchado, quizá no demasiado pero le había parecido eterno… sin embargo jamás podría olvidarse de ella, sobre todo con esos tonos agudos que escuchó de se boca la última vez que se vieron.

–Nadie, era número equivocado.—Contestó Nichkhun oyéndose su voz muy alejada.

–¡Oye maldito no te atreves a colgarme!—Gritó Changmin, pero ya era tarde, Nichkhun le había dejado bien claro quien había sido el vencedor de esa silenciosa batalla.



Era viernes por la noche, momento en el que Changmin usualmente iniciaba su ‘festín’ de fin de semana, pero esta vez no. El coraje que pasó hablando con aquél Nichkhun le había quitado el apetito, no podía hacer nada bien por el eco en su cabeza que repetía una y otra vez el nombre de esa persona que le había quitado lo suyo… porque Minho era suyo antes de que el otro llegara. Si no se hubiera aparecido, Changmin hubiera convencido más fácilmente a Minho de que le diera otra oportunidad, estaba seguro de ello.

Estando en ese estado de incapacidad se fue a dormir. Se recostó en su cama, sin cubrirse con las cobijas, mirando el techo… quería apagar su cerebro y no pensar. De rato sintió cuando Jaejoong entraba a la habitación sin prender la luz, tal vez creyendo que estaba dormido y no queriendo despertarlo.

El ‘plam, plam’ de los pies descalzos de Jaejoong en el piso marcaban el camino que ése iba siguiendo, hasta que desaparecieron cuando el se acostó por fin. El mayor dejó escapar un gran suspiro, un suspiro de desesperación reprimida, acumulada estos últimos días en que tuvo a Yunho ahí, en sus manos como siempre, pero algo le impidió aprovechar las muchas oportunidades, ¿por qué postergaba la realización de su plan? Además de eso, estaba Junsu, con quien no había tenido la oportunidad de hablar desde el incidente, ya que Yoochun se había auto nombrado su guardaespaldas personal, y se lo estaba tomando muy a pecho.

–¿Tampoco puedes dormir?—Le preguntó Changmin con voz comprensiva y cansada.

–No… cosas del trabajo… ¿y tú?—De cierta forma si eran cosas del trabajo, porque al decir trabajo significaba Yunho.

Changmin no le creyó, pero su suposición esta vez no fue nada acertada. Desde la víspera había pensado que el cambio de ánimo de Jaejoong se debía a que estaba pasando por algo como él, es decir, que extrañaba a su juguete (Junsu), al igual que él extrañaba a Minho.

–Estoy que me lleva el diablo porque un estúpido me ganó a mi presa.—Dijo entre dientes y con todo el odio posible. [ì]“En eso también compartimos algo”[/i], pensó Changmin, teniendo en cuenta su antiguo pensamiento, Nichkhun era para él lo que Yoochun era para Jaejoong.

–Ya veo…entonces esa persona debe importarte mucho.

–Jajá… claro que no…–A Changmin nunca le ha importado nadie más que él y solo él.

–Entonces, solo búscate a alguien más.—Le pareció estarse viendo en un espejo… Changmin y él tenían muchas similitudes, pero verlo desde afuera en verdad daba miedo…

–Eso haré.—Dijo con seguridad, sintiendo el deber de demostrarlo con su voz que no dependía para nada de lo que pasaba con Minho.

–¿Por qué eres así?—Preguntó Jaejoong, más la pregunto no era para Changmin sino para él mismo… esa pregunta a la cual nunca había hallado respuesta. Su compañero de cuarto percibió ese dejo de melancolía con que había hecho la pregunta y se rió.

–Por que si.—Contestó después de un bufido.—Jaejoong se incorporó sobre su cama, viéndolo con el seño fruncido.—¿Qué? ¿Acaso necesito tener una historia turbia y llena de lágrimas para haberme convertido en esto?... ¡Eso solo pasa en las películas!, en la vida real no necesitas justificación.

–…–Jaejoong volvió a acostarse sin decir nada aún, pensando en las miles de razones vagas que le recitaba a Junsu para llevar a cavo su venganza y hacer todo lo que hacía.

–¿Tú por qué eres así?—Changmin le regresó la pregunta.

–No lo sé– respondió Jaejoong desolado.



Y por fin había llegado el sábado tan esperado por Yoochun. Ya había hablado con su jefe para pedir permiso de faltar ese día… aunque hubiera ido no se habría podido concentrar de todos modos.

–¿Cómo puedo estar así de nervioso? Ni que fuera el día de mi boda…–Se dijo mientras miraba su reflejo en el espejo. Al decir la palabra boda no pudo evitar divagar sobre la remota posibilidad de algún día jurarle a Junsu amor eterno y vivir para siempre juntos en alguna casita modesta… pero eso era adelantarse demasiado.

Miró el reloj… la hora había llegado. De pronto la ropa que había escogido ya no le pareció tan buena, pero ya era tarde para elegir otra cosa… ¿qué tal si a Junsu no le gustaba? Yoochun sabía que su amado tenía cierto interés por Jaejoong… ¿Cómo iba Yoochun a compararse con él?

–Mejor le digo a Junsu que salgamos otro día… ¡No, no puedo hacer eso! —Gritó algo desesperado.

En ese momento Junsu, quien había ido a cambiarse al baño, iba entrando al cuarto. Se quedó estático en la puerta escuchar el grito y después al ver la complicada expresión de Yoochun.

–¿Te pasa algo, Yoochun?—Le preguntó inocentemente.

Yoochun se quedó con la boca abierta al ver lo espléndido que Junsu lucía. La ropa que usaba ahora, en comparación a la que llevaba al trabajo y la que usaba en casa, era casual pero elegante, con colores claros lo que hacía que esa aura siempre presenta alrededor de él se hiciera aún más brillante… su cabello castaño ya estaba un poco largo, enmar5caba su rostro como el de un niño, dándole ese brillo inocente.

–¿Eh?,...—contestó Yoochun saliendo de su estado de perplejidad y fijando su concentración en recordar lo que Junsu había dicho.—ah, no… no me pasa nada… Te ves muy bien—eso era poco comparado con los miles de halagos que vinieron a su mente, pero si los hubiera dicho seguro Junsu hubiera salido corriendo.

–Gr…gracias, tú también luces bien— en Yoochun el cambio era más notorio. Como su trabajo era solo entregar las pizzas, no era necesario que se vistiera tan formal, pero ahora, con esos jeans negros y esa camisa blanca, con solo eso y unos cuantos accesorios, Junsu pensó que muy bien podría pasar por uno de esos niños ricos que andan en carros deportivos subiendo a cuanta chica se les atraviese.

–Gracias, hehe…–Se rió tontamente agarrando su cabello y viendo al piso—…amm… ¿nos vamos ya?

–Amm… si.

La cita había comenzado. Ambos estaban muy nerviosos, podías darte cuenta de ello por los sonidos tan estridentes que hacía el corazón de Yoochun y por las gotas de sudor que se formaban en las manos de Junsu.“Gracias a Dios Yoochun no me ha tomado de la mano”, pensó Junsu avergonzado de su condición, pero lo que no sabía es que justo ahora Yoochun estaba tramando la forma más sutil de tomar su mano, de viajar como esas otras parejas que iban en el subterráneo, tan amorosas, compartiendo sonrisas y miradas que derretirían los polos… pero eso sería mucho esperar para la primera cita, además, ellos no eran nada aún, es decir, nada de ese tipo de relaciones, la cita había sido pactada en plan de amistad, o más bien con ese argumento había sido disfrazada.

–¿¡Es aquí!?—Preguntó Junsu emocionado, con su sonrisa resplandeciente al ver el enorme y lujoso edificio que se encabezaba con el nombre del centro comercial.

–Si, es el mejor de Seúl—Le dijo orgulloso, como si él mismo lo hubiera construido o él fuera el dueño.

–¡Seguro ha de haber muchas tiendas que ver! ¡Vamos, o no nos alcanzará la tarde!—Y al fin de cuentas Junsu fue el que terminó tomando la mano de Yoochun, para cruzar la calle más aprisa antes de que cambiara el semáforo, estaba tan impaciente, sería su primer centro comercial en Seúl por visitar.

Yoochun sintió una descarga eléctrica en todo su cuerpo… el rose de sus dedos al caminar era la sensación más extraordinaria…después del beso que se dieron, claro está. A Junsu los nervios se le esfumaron al encontrarse con el primer local lleno de los más actual en tecnología: celulares, computadoras portátiles, reproductores de música (eso le recordó que había olvidado el suyo) y se gastó gran parte de su primer sueldo en uno color blanco. Para su acompañante la visita en el primer establecimiento pasó totalmente desapercibida, aún no se recobraba del aturdimiento que le causaba la mano de Junsu.


–¡Woow! ¡Ese peluche es enorme!—Habiendo recorrido enteros los dos primeros pisos, subieron en el elevador hasta el tercero, que era donde se encontraba el cine. Pero justo frente él estaba una tienda decorada con llamativos colores y, a un lado de la entrada, estaba el oso de peluche más grande que jamás había visto— ¿verdad que es lindo?—Preguntó Junsu mientras se abrazaba a una de las patas de aquél gigantesco oso.

–Amm…no tanto—La verdad es que al lado de Junsu el oso quedaba opacado completamente. “¿Qué tiene de especial ese horrible oso?”, refunfuñó Yoochun para sus adentros, lanzando una mirada de desprecio al oso culpable de que Junsu soltara su mano.

–¡Ésta tienda es lo mejooor! ¡Podría vivir aquí!—exclamó Junsu cuando entraron. Los varios estantes que había en la tienda estaban repletos de peluches. Había figuras afelpadas de cualquier animal que pudieses imaginar: puerquitos, vacas, víboras, perros, gatos, ratones, elefantes, tigres, leones...— ¡Es un delfín!—Junsu se detuvo frente al tercer estante que mostraba una fila de delfines de peluches.

–¿Morado?—Yoochun tomó uno de los delfines, lo miraba con curiosidad.“¿Habrá sido expuesto a sustancias radioactivas?” Pero a Junsu poco le importaba el color, le hubiera seguido gustando aunque hubiera sido verde o amarillo… abrazaba y estrujaba a esa cosa con tanto amor… Yoochun odió más a ese delfín que al oso de la puerta.

Salieron de la tienda después de unos minutos y se dirigieron al cine. Vieron la cartelera que mostraba las películas en exhibición, Yoochun dijo que verían la que Junsu quisiera, pero él no estuvo de acuerdo, quería que la decisión fuera de forma justa, así que jugaron piedra papel o tijera para ver quien escogía el filme.

Yoochun fue el vencedor, trató de fingir que le gustaba una película que Junsu estuvo viendo mucho tiempo en el cartel, pero el otro no aceptó tampoco que se sacrificara por él y estuvo dispuesto a entrar a ver la terrorífica historia que a Yoochun le había gustado.

Yoochun compró los boletos e intentó pagar también las palomitas, pero Junsu no quería abusar de su generosidad y se ofreció a comprarlas él. Había algo de fila en el expendio, tal vez por ser fin de semana.

–Espera un momento, ahorita regreso…–Le dijo Yoochun a Junsu.

–Está bien—Le dijo fingiendo una sonrisa… Los nervios habían regresado como el golpe de una cruda realidad, además venían acompañados del miedo que le provocaba la imagen del poster publicitario de la película que iban a ver. Los comentarios que escuchaba de las personas junto a él en la fila solo empeoraban su situación: “¿Crees que esté buena?” “Mmm, pues dicen que en otro cine una varias personas se desmayaron del susto” “¿En serio? ¡No puedo esperar a que empiece!”

Cuando llegó su turno estaba casi temblando, le costó mucho poder hacerle saber al la persona que atendía lo que quería ordenar. “¿Dónde estará Yoochun?” Se preguntó Junsu cuando vio que unas personas empezaron a entrar a la sala. De pronto alguien tocó su hombro, se giró para ver quién era pero lo único que vio fue una gran bolsa para regalo con figuritas.

–Perdón por hacerte esperar, es que en la tienda no habían bolsas de regalo y tuve que ir a una que estaba hasta el primer piso— Detrás de aquella bolsa estaba Yoochun, con su mirada sonriente y esa voz tan cálida.

–¿¡Es para mí!? Pero ni siquiera es mi cumpleaños...—Desde que había llegado a Seúl, y más ésta semana, siempre que tenía alguna dificultad, siempre que tenía algún n miedo, ahí estaba Yoochun para remediarlo, con cualquier detalle o acción.

–Es para que olvides un poco el temor por la película.—Le explicó mientras el otro habría cuidadosamente la bolsa. Yoochun lo ayudó a sostener la bandeja con las palomitas y refrescos que había comprado.

–¡Es el Sr. Delfín!—Exclamó Junsu algo más ruidosamente que lo normal, por lo que alguna gente a su alrededor volteó a verlos.—¡Gracias Yoochunnie!—Por poco y tira la bandeja con todo lo que contenía al escuchar como Junsu lo había llamado, y peor aún con el abrazo que le dio.

–De nada…–Contestó Yoochun algo tímido por los comentarios de alguna gente: “Awww mira, que bonita pareja” “¡Que tiernos!”. Al darse cuenta de lo que su acción había provocado, Junsu se separó bruscamente de Yoochun con las mejillas coloradas.


Entraron a la sala y se sentaron en los últimos lugares, Yoochun pensó que mientras más alejados estuvieran menos miedo le causaría a Junsu, pero al comenzar la película se dio cuenta de que no era así. Las palomitas y refrescos quedaron de lado, Junsu estaba con los ojos bien abiertos y parecía no afectarle la película pero, el peluche en sus manos era el que sufría los estragos de su tensión.

Ahora Yoochun sintió lástima por aquél pobre delfín, Junsu lo aprisionaba con tanta fuerza que parecía que lo partiría en dos. De pronto pasaron una escena más fuerte que las demás, se oyeron varios gritos en la sala y una persona no pudo soportarlo y abandonó el lugar. Yoochun sospechaba que Junsu quería hacerse el valiente frente a él y por eso no expresaba nada, pero era obvio que en verdad estaba sufriendo. Pasó su brazo izquierdo detrás de Junsu y puso su mano derecha sobre sus ojos.

–Tranquilo, yo te digo cuando se termine lo feo…–le dijo al oído.

–Gracias.—De inmediato Yoochun sintió como Junsu se relajaba entre sus brazos. La escena le resultaba tan familiar, ambos viendo una película y tan cerca…

–Ya ha pasado…–Le susurró después de un rato, pero aunque ya había retirado su mano Junsu seguía con los ojos cerrados—¿Junsu?— Le llamó despistadamente, logrando ver entre la oscuridad las hermosas facciones de su rostro.

–¿Eh?—Como saliendo de un trance, Junsu abrió los ojos de repente, entonces, se dio cuenta de la cercanía de Yoochun. En algún momento ambos habían terminado inclinándose en dirección al otro en sus asientos.

Se miraban la los ojos… no era una mirada incómoda, al contrario, era muy natural, como si estuviesen así de cerca a menudo. Inconscientemente Yoochun empezó a inclinarse un poco más, cerrando sus ojos. Junsu lo veía acercarse, el también cerraba sus ojos lentamente, porque en toda esa semana, en todo el tiempo que pasó alejado de Jaejoong, en todas las noches que batalló en dormir, a cada momento, estuvo recordando aquél beso que se dieron, estuvo albergando la esperanza sin saberlo de que se repitiera ese día, porque estaba confundido y quería saber que se sentiría besarlo sin estar pensando que se trata de Jaejoong… esta vez esperaba impaciente por los labios de Park Yoochun.

Junsu no tuvo que esperar más, pronto los suaves labios de Yoochun estaban sobre los suyos, primero en un breve toque, después haciendo movimientos lentos que ocasionaba un ligero hormigueo en sus labios. Era la segunda vez que Junsu besaba a alguien, y ya se había vuelto adicto a ese acto. Yoochun no pensaba, solo se dejaba llevar por lo que su cuerpo le decía; bajó su mano hasta la cintura de Junsu acariciándolo sutilmente. Algo en el interior de Junsu lo incitó a llevar su mano hasta el cuello de Yoochun, atrayéndolo aún más… jamás había sentido eso, estaba fuera de control, quería más que solo eso.

El delfín de peluche había ido a dar al piso. Yoochun se atrevió a profundizar el beso, obteniendo una muy buena respuesta por parte de Junsu. “¿Qué me pasa?, ¿Por qué estoy haciendo esto?” se preguntaba Junsu, pero sus dudas no lo detenían de corresponder el beso y las caricias a Yoochun. De pronto la imagen de Jaejoong lo asaltó, ¿cómo podía estar besando a alguien que no le gustaba? ¿Cómo podía dejar de lado a la persona que ha amado por años? Se alejó de Yoochun bruscamente.

–Perdón… no debí hacer eso—Se disculpó Yoochun. No quería que Junsu pensara que era como Jaejoong… él en verdad lo quería y mucho.

–No, está bien…–le dijo Junsu mientras recogía el peluche. “¿Está bien?” Se preguntó Yoochun mentalmente, ¿qué significaba ese ‘está bien?

–Junsu...—lo llamó con expresión seria —Yo, te amo.

Hablar de amor podría sonar inmaduro teniendo tan poco tiempo de conocerse, sin embargo Yoochun solo dijo lo que sentía. Se había acostumbrado tanto a las sonrisas de Junsu, sus increíbles sonrisas, que ahora no se imaginaba una vida sin ellas, quería que Junsu sonriera solo para él, quería algún día poder regresar a casa en compañía de él.

El corazón de Junsu dio un repentino vuelco al escuchar ese par de palabras,“¿me ama?”, se preguntó asombrado. El constante maltrato por parte de Jaejoong le había convencido de que era una persona de la que nadie se puede enamorar, alguien molesto que solo causa problemas… esa eras lo que Junsu pensaba, era la única explicación que tenía para el constante rechazo de Jaejoong. Pero ahora aparecía esta persona que lo trataba con tanta adoración… No sabía que contestarle, claro que recordaba lo que Jaejoong le había pedido, pero también recordaba lo de la semana pasada y todo lo que Yoochun había hecho por él…

–Yo…no sé que decir…–Fue honesto, no quería decir algo solo por que si, no quería herirlo. Yoochun comprendió perfectamente su sentir, y sonrió ante la mirada tímida de Junsu, quien abrazaba de nuevo aquel delfín.

–No tienes que decirme nada… solo quiero que me digas si esto esta bien… ¿si está bien que te ame?, ¿si tu me quieres aunque sea un poco?—el estar hablando así, en voz baja, favorecía enormemente la voz de Yoochun… la hacía sonar aún más seductora.

–¡Claro que te quiero!—Exclamó sin querer en voz alta, ocasionando unas risitas de las personas que estaban en las filas de enfrente.—pero… aún no de la misma forma en que tú…

–Shh, está bien… con eso me basta…–dijo acallando sus labios con su dedo índice, tal como lo hizo el día en que se conocieron. Ese ‘aún’ era más que suficiente para Yoochun, por que significaba que aunque Junsu no le veía de la misma forma ‘aún’ contemplaba la posibilidad de algo más—veamos lo que resta de la película.—le dijo al oído. Después temó su mano entrelazando los dedos, ambos regresaron a su antigua posición, recargados uno sobre el otro.



La obstinación de Donghae había dado resultados finalmente. Ese día sería el último en el que él estaría de entrometido en la oficina de Yunho, y solo sería por un momento mientras recogía unos documentos importantes, pero antes de irse no desaprovechó la oportunidad de invitar una vez más a Jaejoong a salir… Eso descompuso por completo la cara de alegría y el buen humor que el dueño de la compañía había tenido toda la mañana, más aún cuando el joven Kim le dijo que si.

–¡Perfecto!, entonces pasaré por ti cuando salgas del trabajo.—Le dijo Donghae muy animado, así era él, siempre que alguien le gustaba en serio, hacía cualquier cosa por conseguirlo.

Jaejoong solo asintió tímidamente y siguió con su trabajo una vez que Donghae se había marchado. Realmente necesitaba salir a distraerse, el cansancio mental de las horas de sueño perdidas sumado a su frustración sexual lo estaban matando. Sabía que regresar a América no era una opción, tampoco regresaría a su pueblo natal, sería como admitir una humillante derrota. Ahora que estaba estancado a un paso de realizar lo que esperó por seis años se sentía perdido. Trabajaba todos los días frente al hombre de sus sueños y eso le brindaba una especie de felicidad superficial… ayer en la noche, con la conversación de Changmin, se había quedado pensando en si todo esto no había sido más que un pretexto, eso de tramar una venganza y cambiar radicalmente… solo había sido la escusa para acercarse a Yunho, la única persona que ha amado… la sola posibilidad de que eso fuera cierto lo hacía sentirse el hombre más estúpido sobre la tierra.

Perturbado con sus pensamientos Jaejoong salió de la oficina para hablar con los empleados subalternos sobre algunos aspectos de la nueva imagen de la empresa. Yunho lo siguió con la mirada hasta que desapareció tras la puerta.

–Yo sabía que no era buena idea contratarte—murmuró Yunho poniendo apoyando los codos en el escritorio y cubriéndose rostro con sus manos.

–¡YUNHOOOOO ~!—Un grito a sus espaldas le hizo salir de su estado de meditación.

-¡Heechul, ¿acaso no sabes para qué son las puertas?! Le preguntó Yunho enfadado.

–Sip, para entrar por ellas…–Dijo mientras regresaba frente al escritorio a tomar asiento.—Te tengo que contar algo.

–¿Qué pasa?—Respondió Yunho secamente.

–Ayer no tuve oportunidad de contarte pero, he encontrado al amor de mi vida…–Dijo con entonación soñadora y llevando sus manos a la altura de su corazón.

–¿Otra vez?—Heechul podría ser la persona que más ‘amores de su vida’ tenía. Siempre salía con una novedad como esa cada cierto tiempo.

–Esta vez es real… sus ojos, su sonrisa, su cabello, ¡es tan linda!—También tenía la costumbre de asegurar que era real.

–¿Dónde la conociste?—quizá escuchar a Heechul haga que se le olviden sus problemas un rato.

–¡Es la que hizo los diseños que traje ayer!... trabaja en esa empresa, ¡es brillante!... ¡es perfecta!

–Entonces, es la chica de la que Donghae te había hablado, ¿no es así?—dijo el nombre mencionado con cierto desprecio.

–¡Si!... y no sabes cuanto se lo agradezco, creo que en pago por ello lo ayudaré con nuestro Jaejoong… Se ve que está muy entusiasmado con tu asistente.—“¿Por qué siempre pasa lo mismo?” Se preguntó Yunho. Siempre las conversaciones que mantenía con Heechul empezaban bien, lo animaban y lo hacían reír un poco, pero al final terminaba queriéndolo sacar a patadas de su oficina–Tal vez organice una cita doble, él y Jaejoong y Sohee y yo… ahh, hasta su nombre es divino.

–Jaejoong es menor de edad.—Le recordó Yunho a Heechul, siendo la única escusa que encontró para oponerse a esa relación.

–Eso no te importó cuando lo emborrachaste la semana pasada… además, Donghae no le hará daño, ya te dije que en verdad le interesa… Bueno, ya me voy… tengo mucho trabajo y el Sr. Presidente anda de un genio terrible.—En verdad no tenía prisa de marcharse, pero algo le dijo que estaba en peligro de muerte si se quedaba allí.


–Ya me voy…–anunció Jaejoong poniéndose de pié con su pequeño maletín en una mano y en la otra sosteniendo una basta cantidad de papeles y carpetas.

Yunho levantó la vista pasmado… parecía que iba a decir algo, por lo que Jaejoong esperó paciente unos segundo frente a su escritorio, sin embargo Yunho solo lo observaba, entonces se dio la vuelta y se acercó a la puerta.

–Espera…–Yunho se había levantado y casi corrido hasta donde estaba Jaejoong, tomándolo del brazo. Fue tan repentino que Jaejoong tiró los documentos que traía en el brazos recargados contra su pecho.

Ambos se agacharon a recogerlos… Jaejoong se preguntaba que era lo que Yunho quería, mientras Yunho solo trataba de idear lo más pronto posible alguna escusa para retenerlo, algo que lo hiciera faltar a esa estúpida cita con él estúpido de Donghae.

Terminaron de recogerlos, siempre teniendo extremo cuidado en no rozar por equivocación la mano del otro, eso sería el colmo para cualquiera de los dos. Se pusieron de pié otra vez y por alguna extraña y desconocida razón se sonrieron, era la primera vez en toda esa semana que algo así pasaba.

–Con que el niño de la oficina tiene una cita hoy…–Dijo Yunho con voz amable y manteniendo su sonrisa.

–¡Hyung! No soy un niño, ya soy un adulto hecho y derecho…–Se quejó Jaejoong en forma traviesa. Yunho estaba avanzando, mientras que él retrocedía.

–Entonces… ¿él es la persona que puede controlarte?—dijo Yunho poniéndose serio. Seguía avanzando, mientras Jaejoong retrocedía… pronto se encontraron contra la esquina la de pared.

–Puede ser…–Respondió Jaejoong pensativo.

Parecían un par de locos, ambos con miradas serias pero sonriendo. Estaban muy cerca… dos personas con sentimientos reprimidos hacía el otro, solo la fuerza de un delgado hilo los detenía de hacer tantas cosas que avergonzarían a cualquiera si fuesen dichas en voz alta.


–Te odio.—Le dijo de pronto Yunho con los ojos llenos de lagrimas… si, lo adiaba… por haber llegado, por ser tan hermoso, por haberlo atraído desde un principio, por cambiar todo en lo que creía por haber fingido toda esta semana que no sabía lo que pasaba, por haber pactado una cita con alguien más, por ser tan increíblemente único y por tener esos labios tan apetecedores…

–Yo igual…–susurró casi sin aliento al estar más cerca de Yunho. Lo odiaba desde hace seis años o más, desde que lo vio por primera vez en televisión , desde que escuchó su primera canción, desde que lo hechizó por completo convirtiéndolo en su esclavo, desde que lo hizo transformarse en eso.

Yunho se lanzó sobre Jaejoong, besando sus labios con la pasión que jamás nadie había despertado en él. Jaejooong por su parte correspondió el beso aferrándose a su cuello y despeinando un poco su cabello, dejando salir unas lágrimas… lloraba… lloraba por estar cumpliendo el sueño que el niño inocente que fue hace seis años añoraba todas las noches… lloraba por sentir al hombre de su vida aferrado a su cintura…

Las lagrimas de Jaejoong, al llegar hasta sus labios se mezclaron con las de Yunho… que lloraba al pensar en las palabras de su madre, en lo que pensaría su padre, en su leal novia, en todo lo que el chico entre sus brazos acababa de destruir… y lloraba porque en el fondo no se arrepentía de lo que estaba haciendo.

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