FINAL CHAPTER
Capítulo 8: More than that
YUNHO
A pesar de haber tratado de persuadirte, habías permanecido firme en tu decisión. Por consiguiente habíamos terminado comprando unas nada románticas pechugas de pollo en el fast food más cercano. El camino del cine hasta aquel lugar había sido aún más frío que en la misma mañana. Así que mi frustración pronto se transformó en sonrisas, chistes, palabras fluidas y uno que otro golpe – de parte tuyo- al notar tu cálido calor corpóreo invadirme desde mis bienaventurados bíceps que disfrutaban de tu abrazo.
Aquel por el cual miles matarían y por el cual yo me siento inmensamente feliz. Así como horas atrás al ver aquella película al disfrutar tu armoniosa risa, tus comentarios desatinados e inatingentes, simplemente tú…
Aquel rubio albino de un corazón tan grande como su narcisismo, aquel chico que ha logrado enloquecerme al punto de amarlo, amarlo sin importar las barreras sociales. Sin importar nuestra homogeneidad física, aunque aquello no fuera necesariamente malo, en todos los aspectos claro.
Después de todo el corazón no necesita cintas métricas ni balanzas…después de todo terminé enamorándome de ti.
Mis labios formaron una sonrisa cuándo mis reparé en el resto de papitas fritas sobre tu rostro, sonrisa que se transformó en pequeñas carcajadas de aquellas que sueltas sin muchas razones al sentirte empalagosamente a gusto. Me miras sin entender, frunciendo el ceño en espera de mis explicaciones. Antes de que pudieras despegar los labios para preguntarme qué me hacía tanta gracia. Terminé quitándote aquel resto de comida chatarra que adornaba la comisura de tus labios, enseñándotela para luego dejarla caer.
Sí, pronto el resto del tubérculo estaba en algún punto sobre la mesa y mis labios queriendo ocupar su precedente lugar. Por supuesto mi precavido cerebro se encontraba formulando excusa alguna justificante de mi estúpida mirada hacia tus gruesos labios tan exquisitamente sensuales, el problema radicaba en el cuándo se lo diría a mi alelado consciente.
Entonces, para mi sorpresa sentí tu cálida mano en mi pómulo, en el boceto de una caricia que me robó un suspiro. Mis ojos buscaron los tuyos raudamente, cuando los halle mantuviste el contacto para instantes después comenzar a reírte agachando la mirada. Intentaste retirar tu mano para cubrirte, te detuve posicionando la mía sobre la tuya.
- Yunnie ah... - susurra de pronto, su voz se concreta tan dulce pasiva, suave - ¿Te gusto? – el pedazo de pollo que había ingerido segundos antes de mi embelesamiento, terminó nuevamente sobre mi plato
Lo siguiente fueron mis delicados pulmones dramáticamente faltos de oxígeno, y tus preocupadas palmadas sobre mi espalda, lo cual lejos de tranquilizarme empezaba a gustarme en demasía y a ponerme nervioso por ende.
- ¿Qué? – alcancé a preguntar incrédulo, cuando hube recuperado el aliento e ingerido mi soda
- Nada… - dijo con el rostro ligeramente sonrojado, los latidos se me aceleraron
“Yo nunca mencioné a una fémina en nuestra conversación”
Sus palabras taladraron mis neuronas nuevamente ¿Existía acaso la remota posibilidad de que se estuviera refiriendo a mí? ¿Acaso aquello cabía en lo posible? ¿Acaso? ¿En realidad…?
- Yunnie…ah – su voz volvió a deleitarme y al volverme…al volverme encontré aquel angelical rostro aquellos oscuros ojos tan profundos mirándome con… con… con un ininteligible sentimiento que agolpo mis mejillas con sangre tornándolas rojizas – Bésame… - y más que una exhortación me sonó a anhelo
Y no necesité de más para cumplir sus deseos afines a los míos, para unir nuestros labios, para amarte una vez más, dos, tres, y cuantas veces me fuera humanamente posible…
Tus labios cerezas contra los míos me embriagaron con su sabor su textura, elevándome al nirvana la paz total, la autorrealización… ¿Cómo puedes causarme todo esto? Y aquella interrogante murió en mi cerebro al oír tus suaves suspiros que se asemejaban cada vez más a mi nombre
- Yunnie…ah – suspiraste antes de separarnos por la maldita falta de oxígeno
Mi pecho subía y bajaba arrítmicamente debido a los últimos acontecimientos, mi vista la fijé en alguna parte de los arbustos, mi corazón golpeaba con tal fuerza mi pecho que temía que pudiera romper mi cavidad torácica en cualquier momento.
- ¿Te gusto? – volvió a preguntarme y las palabras se atoraron en mi garganta
Mis cuerdas vocales no pudieron más que tensarse al ver en sus ojos un algo que me dejó en la nada… veía anhelo desidia y amor el mismo que me llevó a unir nuestros labios nuevamente.
Quizás si no puedo afirmártelo abiertamente ¿Podrás saber que esta es mi forma de expresártelo?
YOOCHUN:
No había reparado en el infernal frío que estaba haciendo hasta salir del cine, el viento gélido se encargó de helarme cada pedazo de piel en mi albino cuerpo. Me estremecí, tu mano aún junto a la mía al parecer notó mi cambio de temperatura ya que volteaste a verme con interrogación sobre el rostro.
Negué con la cabeza y continué caminando a tu lado, habíamos acordado ir por unas pizzas y de pronto el dichoso camino idílico que había imaginado se me estaba haciendo demasiado largo. Puesto que abrazarte o besarte nos era en síntesis imposible ya que el tránsito peatonal a esas horas había incrementado “convenientemente” y nuestro ferviente amor se vio disminuido en una muy disimulada unión de manos tan simple y tan significante a la vez.
Un estornudo escapó de mi nariz y no pude siquiera aminorarlo, te detuviste y al notar nuestros brazos tensarse tuve que detenerme igualmente.
- ¿Qué pasa? – cuestioné sonriéndote reprimiendo los impulsos de acariciar tu suave rostro
- Estás helado, estás temblando y… y tus labios están un poco azules – sinceró posando sus dedos en los mencionados retirándolos de inmediato al caer en cuenta del inmenso publico que teníamos alrededor
- Estoy bien – mentí y una ráfaga traicionera y gélida se perdió entre mi remera ocasionándome un temblor tal que poco me faltó para tirarme al piso y mecerme en posición fetal
- No, no lo estas – dijo con un poco más de fuerza en la voz
Sus ojos se fijaron en los míos y me permití perderme en ellos… me permitiste perderme en los tuyos, hasta que
- Toma – sugirió y mi cara de incierto se esfumó al ver su saco colgando de su mano en pos de ofrecimiento
- Ya te dije que estoy bien – volví a repetir riendo tratando de huir ante su mirada acusadora
- Toma el abrigo Park YooChun – volvió a repetir esta vez frunciendo el ceño y aquello sólo lo hizo ver más lindo a mis ojos
- Vale – acepté quitándoselo de las manos el sólo sonrío tiernamente al verme colocarme la dichosa prenda de vestir en la espalda
Le sonreí de vuelta antes de jalarlo hacia mí abrazándolo por la espalda para cubrirnos a ambos con la gruesa prenda. Su cuerpo tembló y eso solo logró que lo acercara aún más “para poder cerrar el abrigo en torno a nuestros cuerpos.
- ¿Chunnie? – cuestionó a duras penas sus músculos aún tensos sus palabras forzadas
- ¿Qué tiene de malo un poco de fanservice? – interrogué disfrutando del intenso color carmesí sobre sus blancas mejillas
- Pe…pero no nos están grabando – persuadió tratando de controlar su ya agitada respiración, yo mi nada soslayada risa
- Claro que sí – afirmé señalando convenientemente a un grupo de adolecentes vestidas con uniforme empezando a buscar sus respectivos celulares con poco éxito mientras dejaban escapar grititos probablemente ensayados
Se detuvo en seco para comenzar a acercar sus labios un poco más a los míos y juro sino supiera que esto finalizaría con un guiño coqueto de tu parte hacia esas potentes gargantas frente a nosotros, fácilmente me dejaría arrastrar por ese mar de sentimientos que comenzaban a hacerme cosquillas en el estómago.
Lo atraje más a mí para depositar un beso disimulado en su nuca y retomar el paso hacia esa famosa pizzería en la cual insistías en gastar nuestro dinero. Susurraste algo pero mis oídos no alcanzaron a oírlos, segundos después empezaste a canturrear con esa voz angelical, perfecta y pronto toda necesidad humana en mi cuerpo se desvaneció y quedaste tú y tus armoniosas palabras haciendo las veces de oxígeno en mis pulmones, en mi vida…
¿Desde hace cuánto había perdido la independencia sobre mi cuerpo, mi mente, mi ser? ¿Desde cuándo te habías vuelto mi religión, mis polos magnéticos? ¿Desde cuándo…?
Y tus diestras cuerdas vocales entonando un “saranghe-yo” me recordaron que aquellas respuestas me eran totalmente cognocidas demasiado afablemente conocidas…
Te amo tanto mi Junsu, tanto, tanto…
JUNSU
Su agarre en torno a mi cintura se volvía cada vez más y más fuerte y eso lejos de fastidiarme me encantaba, el sentir su aroma envolverme, su suave aliento golpear pasivamente mi cuello sus risas ahogadas en mi camiseta; simplemente el saberlo cerca embargaba cada célula de mi cuerpo con una felicidad imposible de esa que te hace querer gritar, llorar, saltar y simplemente sentir… sentirte de esta manera…mi ratón…
En determinada estrofa su voz se unió a la mía al tiempo en que dejaba descansar su cabeza en mi hombro obligándonos a disminuir considerablemente el paso al evitar tropezar con nuestras propias extremidades inferiores. Mi corazón saltaba feliz y arrítmico ¿Lo notaste? Porque yo notaba claramente el tuyo y eso no hacía más que iluminarme aún más.
- Ya llegamos – dije con pensar al identificar la pizzería en toda la esquina frente a nosotros
Te quejaste al igual mientras me hacías cosquillas y yo trataba en vano de evitarlas, y así entre risas y manoteos tratamos de cruza la pista de manera temeraria y sorpresivamente ninguno de los dos terminó de cara en el pavimento. Resultado que ocasionó fuertes carcajadas en ambos y una irritada expresión en la “nada hostil señorita de uniforme”
- ¿Mesa para dos? – preguntó con una sonrisa más forzada que las mías cuando nos comunicaban el atraso de nuestras vacaciones
- Sí – afirmamos al unísono, tratando de serenarnos con poco éxito
- Síganme por favor – exhortó, sin esperar respuesta y adentrarse por el largo corredor
La señorita nos guió hasta una de las mesas alejadas, la iluminación tenue hacia de aquel establecimiento uno de los más confortable a los que había tenido la oportunidad de visitar, y por tanto uno de mis favoritos.
- Debo ir a los servicios – te avisé antes de tomar asiento, no pudiste evitar sonreír satíricamente, golpeé tu brazo
- Mucho, mucho – dijiste en falso tono de inocencia, mi expresión verificó tus sospechas
Después de todo no creía posible que mi vejiga aguantara más y peor aún si continuaba riéndome, y en definitiva lo último que alguien desearía a sus 23 años de edad era mojar sus pantalones, sobre todo cuando gozaba de la primera cita con su novio y este resultaba en pocas palabras, todo un “encanto” cuando se trataba de situaciones embarazosas como esa.
- Ordenaré por ambos – avisaste antes que diera el primer paso en dirección contraria, te hice un gesto en acuerdo y me retiré a paso largo
Me introduje en la primera cabina que mis alertados globos oculares visualizaron y dejé que la paz me invadiera de a pocos. De pronto oí los pasos de alguien entrar y cerrar la puerta principal corrientemente, hasta que mis pseudoparanoicos oídos captaron como el cerrojo corría dejándonos imperturbables desde el exterior, la ansiedad empezó a embargarme.
Los pasos continuaron hasta posicionarse frente a la cabina en la cual me encontraba, la sombra del sujeto se extendía en el milimétrico espacio de la portezuela y el marmoleado piso. El cuerpo empezó a temblarme…
- ¿Quién? – pregunté aterrorizado, un silencio prolongado se abrió paso, mientras que una respiración agitada y por demás sugestionante era lo único que mi alertado cerebro captaba
- Yo – respondió una voz demasiado conocida
Las carcajadas de mi novio hicieron eco logrando enojarme a límites intrazables ¡Había sido él! Con el coraje aún recorriéndome las venas abrí la puerta de golpe dispuesto a gritar todo lo que pudiera hasta quitarme la angustia que segundos antes me había colmado; sin embargo terminé en el piso, sí, había olvidado que no me había puesto los pantalones aún y al tratar de dar el primer paso había tropezado – al parecer cómicamente- pues él seguía riendo de lo más lindo alimentando mi furia.
Tan pronto como logré incorporarme con indignación una idea cruzó por mi mente “Ojo por ojo diente por diente” Sonreí dispuesto a cobrar mi pequeña venganza.
-YooChun…ah – susurré con la voz más insinuante y ronca que mis cuerdas vocales me permitieron proferir
Sus carcajadas se detuvieron, procuré no observarle. Me deshice por completo de mis preciados jeans quedando en bóxers para suerte tuya y mía con uno de esos que Jae-hyung me había regalado. Sé que lo notaste y tuve que morderme el labio para no reír ante tu silencio.
- Estaba tan angustiado ¿sabes? – continué con la misma tonalidad, mientras me sentaba sobre el lava manos quejándome un poco por la fría textura del mismo
- Jun…Junsu – tartamudeaste incrédulo con voz queda, sonreí victorioso para mis adentros
- Te necesitaba tanto…tanto – ronroneé echando la cabeza hacia atrás, llevé una mano hacia mi cuello y la deslicé hasta mi hombro arrastrando mi camisa ligeramente
- Tanto… tanto – dijo apenas con la voz ronca y rasposa como si no pudiera procesar mis palabras por la sorpresa, posicionándose entre mis piernas contra el filo del lavamanos
- Fuiste muy malo – acusé tirando de sus cabellos hacia atrás con un poco de fuerza, acto que pareció gustarle en demasía, acerqué mis labios a los suyos quedando muy cerca al punto de colisionar mi aliento en sus carnosos músculos rosáceos
- Lo… siento – logró decir llevando una de sus manos hacia mi mejilla derecha tratando de unir nuestros labios al fin, no se lo permití…
- Un mal comportamiento no merece premios ratoncito – le susurré al oído antes de empujarlo e ir por mis jeans de un salto
- ¿Eh? – fue lo único que logró expresar al verme colocarme nuevamente los jeans como si nada hubiera sucedido
- Apúrate que la comida se nos enfría – agregué cizañero al ver mi honor recuperado
Di los pasos que me separaban de la puerta para empezar a correr el cerrojo cuando su mano se encargó de ponerlo de vuelta. No pude ni expresar asombro cuando sentí sus labios sobre los míos en un beso salvaje que a duras penas pude corresponder.
- Sabes que si juegas con fuego simplemente…
- Te quemas… - completé aún jadeando por el escaso oxígeno en mis pulmones
- Exacto – afirmó complacido antes de volver a unir nuestros labios en otro beso pasional que ambos sabíamos llegaría a mayores…
“Supongo que es así…así como nos amamos mi ratoncito travieso…”
CHANGMIN
Oprimí el botón del elevador, tardaría un poco en llegar al primer nivel, suspiré observando la hora en mi móvil ¿Habría alguien en casa? Esperaba que no después de todo no tenía cabeza ni ánimos para responder interrogantes acerca de mi incógnito paradero la noche pasada ¿Y qué si había pasado la noche fuera de casa? ¿Y qué si no había estado necesariamente durmiendo?... Sí, aquello no había sonado tan bien que digamos
Las puertas del ascensor se abrieron y procedí a entrar en él con cansancio, seleccioné el piso y deje mi espalda reposar sobre una esquina, los 4 diáfanos cristales me mostraban mi figura desde sus diferentes ángulos, estaba hecho un desastre…
Sonreí con pesar ¿Este era el castaño que hacía gritar a millones de féminas con tan sólo respirar? ¿En realidad era el mismo? Las puertas del elevador se accionaron al llegar a su destino dando por terminada mi pequeño conflicto existencial, mis piernas me sacaron de aquel claustrofóbico prisma ascendente y viceversa.
Encajé la llave y me encontré dentro envuelto en el silencio que indicaba claramente la ausencia de mis hyungs
- ¿Hay alguien en casa? – cuestioné a la nada sabiendo de antemano la respuesta
Tiré mi polera en el perchero y obviamente no acerté pero no me volví para recoger el “desperfecto” Jae me regañaría sin embargo el dolor de cabeza podía más que cualquier berrinche de omma que pudiera atacarle además podría echarle la culpa a Junsu y asunto arreglado, reí al recordar la última vez que había utilizado la misma estrategia…pobre de mi hyung como seguía así iba a odiarme. Reí esta vez más fuerte, como si aquel niño poseyera tal capacidad siquiera…
Me dejé caer en la cama dispuesto a descansar mas el sueño permaneció ajeno a mis deseos ¿Qué tenía Morfeo contra mí? Intenté evocar alguna vez que pude haber ofendido de alguna forma a ese pitufito indiferente, desordené mis cabellos con impotencia ante las múltiples estupideces que mis neuronas podían llegar a dictarme.
Estaba claro que no podría conciliar el sueño, no hasta que volviera a verlo y sentirme así de ansioso sólo lograba enojarme ¿Porqué le tomaba tanta importancia? Y tan pronto como aquella palabra se incluyó en una de las tantas hipótesis de mí ya impertinente pensar, supe que el no haber desayunado empezaba a afectarme…amor…
Caminé hacia la cocina, decidido a introducir la cantidad de carbohidratos, lípido, proteínas y demás necesarios para mi salud tanto física como mental. Sin embargo y pese a todo pronóstico me encontré con botellas de leche medio vacías y la cruel indiferencia de mi – en esos momentos- odiado hyung.
Molesto bebí de un sorbo el frío contenido de dos de ellas y me recosté de un salto en el sillón perteneciente a la sala, encendí la Tv y poco a poco permití que mis músculos se relajaran hasta dejarme profundamente inconsciente…
ZZZZzzzzzz ZZZZzzzzzz ZZZZzzzzzz ZZZZzzzzzz ZZZZzzzzzz ZZZZzzzzzz ZZZZzzzzzz ZZZZzzzzzz ZZZZzz
Un fuerte ruido semejante a una explosión me devolvió a la realidad, con el bombeo sanguíneo acelerado por el susto, observé la pantalla estaban pasando una película de acción que no reconocí ni puse demasiado interés en hacerlo debido a la poca actividad neuronal en mi modorro ser, la sala estaba a oscuras, me estiré dando un prolongado bostezo.
Cambié el canal mientras masajeaba mi hambriento estómago ¿Cuánto había dormido? Desvié la mirada hacia el reloj de pared, la presión se me bajó de golpe ¡¿Cómo había podido dormir tanto?! ¡Faltaba menos de 1 hora! Lo que demoraba un taxi en llegar allá tomando en cuenta el excesivo tráfico a esas horas.
Busqué mi celular en mis respectivos bolsillos mientras caminaba hacia mi habitación para elegir la ropa, marqué su número en la espera de una acertada excusa en mi cerebro. Contesta, contesta…
- Lo sentimos el número al que ha llamado esta fuera de servicio
Mierda… ¡¿Por qué no coges el celular?! Tiré el inútil aparato con fuerza en un acto de impotencia para luego correr al baño y rogar que el tiempo se detuviese bajo el chorro de agua, sorprendentemente pasados unos 20 minutos estaba limpio, seco y vestido.
Pese a todo el cruel reloj de pared cuyos segunderos continuaban en movimiento muy ajenos a mi sufrimiento, habían avanzado lo que mis fatuos cálculos habían escatimado, sin más remedio y como alma que lleva el diablo cogí la billetera, las entradas y abandoné el apartamento…
El ascensor parecía haber estado esperando mi llegada, sin pensarlo más lo abordé presionando los botones con tal fuerza que temí la posibilidad haberlo estropeado cuando la lucecita empezó a oscilar, sin embargo y gracias a mis plegarias me dejó en el primer piso permitiéndome iniciar mis largos y apresurados pasos hacia la salida sin importarme el atropellar a un gran número de personas en la recepción, sin importarme el que pudieran reconocerme, sin importe absolutamente nada.
Silbé, maldiciendo en susurros el penetrante viento que estaba corriendo, volví a silbar en la espera de algún bendito taxi que se dignara a recogerme, silbé otra vez más y al fin uno de aquellos medios de transporte se las dio de misericordioso.
- A espaldas del Seúl Plaza Hotel, al Bukchang-dong, por favor – exhorté abriendo la portezuela e ingresando en cuestión de segundos en el mismo
El coloquial auto amarillo empezó a moverse, respiré un poco más tranquilo, hurgué mis bolsillos en busca de mi móvil sin embargo recordé que debería estar reposando en alguna parte del living en no muy buenas condiciones. Me recosté en el espaldar tratando de tranquilizarme, sólo me faltaba esperar y rogar que el tiempo transcurriera lo suficientemente lento para llegar a tiempo…
- ¿Podría ir un poco más rápido? – cuestioné desesperado al caer en cuenta de que habíamos pasado alrededor de unos 7 minutos en casi el mismo punto
- Hay tráfico – fue su defensiva respuesta, como continuara así jamás llegaría
- ¿Qué hora es? – cuestioné tratando de calcular cuánto faltaba
- Las 10:42 – respondió observando su reloj de mano en un gesto vano despreocupado y desesperante
Llevaba 42 minutos tarde ¿Y si pensaba que no iba a ir? Después de todo la puntualidad era lo que más me caracterizaba ¿Y si me estaba llamando al móvil? ¡Mierda! ¿Cuánta distancia era de aquí hasta allá?... No había de otra, realmente no había de otra…
- Me bajo aquí, gracias – le tiré el dinero y eché a correr entre el interminable tráfico
- ¡Oye! – gritó aterrado pero simplemente lo ignoré
Si estaba asustado, lo estaba. Si jamás había hecho algo tan temerario, bien, jamás lo había hecho. Sin embargo, sin embargo sólo podía correr y rezar para que no malinterpretaras mi ausencia, el corazón latía con fuerza y esos latidos gritaban tu nombre necesitaba llegar hasta ti y decirte que en realidad…yo…yo te amaba…
Todo lo que me hacías experimentar con tan solo una sonrisa, una caricia… Yo te necesitaba a mi lado aunque me sacaras de quicio aunque tuviera ganas de asesinarte aunque me hicieras perder el juicio aun cuando significaras un desequilibrio inminente en mi planificada vida… yo simplemente…lo amaba
- ¡KyuBok! – grité jadeando al reconocer su silueta recostado en una cabina telefónica en toda la esquina
Pareció sorprendido de verme, me sonrió y pude notar como una cálida lágrima resbalaba por su mejilla.
- ¡Idiota! – espeté las lágrimas empezaron a fluir sobre mis mejillas, la oscuridad de la calle no te permitieron verlas – ¿no se supone que estarías esperándome en el restaurante? – pregunté con la voz un tanto quebrada, lo notaste pudiste escuchar mis hipidos, diste unos pasos en mi dirección con claro desconcierto
- Tú…
- Te amo – lo corté articulando las palabras pausadamente sintiendo como todo ese nudo en el pecho se desvanecía – me he enamorado de ti – sinceré bajando la mirada con un sonrojo tinto en las mejillas
- Chang…ChangMin – susurraste, tus pasos te condujeron hasta mi por demás nervioso y tembloroso cuerpo
Tomaste mi mentón obligándome a verte, la luz del poste nos iluminaba a penas pero pude notar un brillo extraño sobre tus pupilas, sobre tu rostro…
- Y yo a ti mi ChangMin...ah – susurró antes de unir nuestros labios, antes de besarme con una dulzura tal que me sentí morir bajo sus brazos, bajo su tacto, bajo su amor…
“Ámame con tus labios con tu piel con cada gramo de tu ser y permíteme hacerte feliz de la misma forma, ya es hora de vivir, vivir nuestra historia…”
JAEJOONG
Tan pronto como aquella interrogante había escapado de mis labios quise desvanecerme como mis palabras tras los segundos de haber sido concretizadas, huir lejos…lejos de la profunda mirada que me dirigías lejos de esa carga emocional a la que sometías con tu cercanía.
Me gustabas eso lo tenía claro, sin embargo ¿Te amaba? ¿En realidad te amaba Yunnie…ah?
- Sí…me gustas mucho, yo… te amo Youngwoon JaeJoong – dijo y el estómago se me contrajo, sentía como mis mejillas se encendían ante su declaración
- Yo… - quise, traté de decir algo mas mi léxico era un auténtico desastre en esos momentos
- Shhh… - me silenció con una sonrisa acongojada sobre los labios, el corazón se me partió en pedazos – no tienes que decir nada – continuó, sentí esa especie de acidez en la nariz mientras mi ojos empezaban a tornarse rojizos, el pecho me dolía como si una aguja ingresara a través de mis tejidos una y otra vez
Hipé sin poder evitarlo mientras dejaba escapar un par de lágrimas, el dolor se volvía cada vez más intenso e insoportable y pese a todos mis esfuerzos más lágrimas se desbordaron empapando visiblemente mis rojizas mejillas.
- No llores por favor… todo seguirá siendo igual lo prometo – me dijiste con la voz quebrada…y aquello sólo logró entristecerme aún más
- JaeJoong, escúchame todo seguirá igual – me decía con desesperación envolviéndome con esos fuertes brazos en un abrazo que simplemente no merecía
¿Por qué eras tan considerado? ¿Por qué no te enojabas? ¿Por qué no me recriminabas todos aquellos besos nada amicales que habíamos compartido? ¿Por los abrazos, las caricias, las palabras? ¡¿Por qué?! ¿Por qué me obligas a caer presa de tu afabilidad y ternura? Detente ya…o sino no podré seguir resistiendo…
- Mi Boo…todo seguirá siendo igual – su voz quebrada no paraba de repetir aquellas palabras
- ¡Es que no entiendes! – grité sosteniendo su rostro entre mis manos temblando – no quiero que todo regrese a como era antes yo…yo…no sé YunHo no lo sé… - dejando caer la última gota salada con impotencia
Me confundías tanto, tu trato tierno y considerado sólo me hundía más en esa mar de interrogantes que incluían tu nombre, estaba asustado, asustado de lo que mi corazón trataba de hacerme entender, asustado de poder echarlo a perder y perder tu compañía
Temía que fueras un simple capricho de los cuáles estaba muy acostumbrado a poseer, que aquel gusto y que se desvaneciera cuando me viera satisfecho yo…no podría herirte, jamás podría perdonarme el hacerlo…
Suspiraste yo mantuve la cabeza gacha sin saber que hacer exactamente ¿Qué podría decirte? ¿Cómo hacerte entender lo asustado que estaba? Me mirabas tratando de hallar respuesta a las mil y una interrogantes que mi extraña conducta planteaba
- JaeJoong…ah ¿Quieres dar un paseo? – me preguntaste asentí en silencio con las mejillas coloradas, me miraste cohibido antes de sostener mi mano y supe que no estaba bien el seguir viviendo el de repente y alimentar aquello que pudieras estar pensando sin embargo mi mano se sentía muy a gusto entre las tuyas y se negaba a soltarte
- ¿A dónde…?
- A disipar dudas – me interrumpió sin verme el viento jugaba con sus cortos cabellos haciéndolo lucir tan varonil siempre me había gustado eso ese aire imponente y bien parecido que hacía que todos no pudieran pasar de él
No despegué la mirada aún cuando tuvimos que subir al taxi, simplemente me dejé llevar me dejé envolver por tu armoniosa presencia hasta que el taxi nos dejó en algún que no reconocí ni tuve el valor de preguntarte con temor a ver Sus ojos de nuevo. Caminamos varios kilómetros en la misma posición sosteniendo nuestras manos con una naturalidad inminente y cegadora, era increíble como nuestras venas parecían conectarse a través de nuestras palmas o era yo el único que creía desaparecer si se le privara de esto.
Un olor salino empezó a esparcirse seguido de aquel ruido característico del vaivén de las olas, abrí los ojos lo máximo que se me fue permitido ¿Acaso estábamos en…? Volví la mirada hacia él, tenía los ojos cerrados disfrutando de la quietud del lugar, del suave viento golpeando su rostro.
- ¿Por qué me…? – pregunté y mi pregunta se vio detenida por sus suaves labios sobre los míos
- Porqué te amo y porque aquí cuando te besé por primera vez y me di cuenta de que te quería, no, te amaba juré protegerte por siempre – dijo sencillamente aún tan cerca a mi rostro colisionando su aliento contra mi labio superior y mi nariz
- ¿Eso qué significa? – pregunté con miedo, porque sus palabras parecían estar envueltas en un contexto de afligida despedida, no podía ser que…
- Que aquí podré prometerte que sólo seré tu amigo y no tendré otro sentimiento más que una gran amistad hacia ti – y sus palabras las oí pero mi cerebro se negó a procesarlas
¿Acaso no era eso lo que quería? Qué fuéramos simplemente amigos, entonces…. ¿Porqué dolía tanto el saber que dejaría de sentir aquello que no debía? ¿Por qué ese agujero terminaba de consumir mi alma al saber que dejaría de amarme como algo más? ¡¿Por qué?! ¿Por qué no estaba feliz y muy por el contrario se sentía miserable al ver la convicción en sus palabras? ¿Qué era lo que quería oír? ¿Qué demonios estaba esperando?
- Después de todo, todo empezó aquí y todo terminará aquí – susurró con unas cuantas lágrimas sobre el rostro
Se acercó hasta mí intentando besarme, yo sólo cerré los ojos dispuesto a recibir la caricia sin embargo nunca llegó se detuvo centímetros antes y agachó la cabeza frustrado luchando contra sus impulsos, luchando con sus sentimientos, con su amor por mí… ¿Porqué aquello había destrozado lo que quedaba de mi alma?
Porqué lo amas, idiota…
Porque lo amas maldita sea…
Porque tu corazón siempre le ha pertenecido…
Porque le dejaste entrar en tu vida como a nadie más…
Porque aunque nunca te diste cuenta habías caído en sus pies mucho antes de que le dirigieras el primer hola… mucho antes de haber sabido que su nombre era Jung YunHo
¿Te atreverías a negarlo? Anda niégalo miéntete descaradamente y se infeliz por los años de vida que te restan… Vamos intenta engañarte como lo has venido haciendo todos estos años ¿Acaso creías que existían los besos entre amigos? ¿Acaso creías que tu ternura y calidez eran pura y simple amistad? ¡Despierta de una puta vez!
- Bésame – ordené, abrió los ojos incrédulo sin dar crédito a lo que sus oídos acababan de escuchar
- Bésame Yunnie…ah – repetí antes de unir nuestros labios, suspiró muy despacio acariciando mi mejilla tan sutilmente como si de porcelana estuviera hecho, mi corazón dio un vuelco mientras mis mejillas se teñían al rojo vivo conforme mis latidos aumentaban de ritmo
Me abracé a su torso sintiéndome tan feliz, tan feliz que pronto sentí como pequeñas gotas saladas escapaban de mis ojos, lo abracé con más fuerza disfrutando de ese calor tan inmenso y confortable que se expandía por cada parte de mi cuerpo.
- ¿Porqué lo haces tan difícil mi Jae? ¿Por qué no puedes dejarme olvidarte? – preguntó con la voz quebrada besando mi frente, al tiempo que me envolvía con sus fuertes brazos y acariciaba mi espalda suavemente
- Porque te amo YunHo…ah - sinceré hundiendo mi cabeza en su pecho en busca de apoyo – porque te amo – repetí muy despacio contra su torso
Y sentí sus lágrimas caer sobre mi cabello lacio mientras besaba mi frente una y otra vez acrecentando ese cosquilleo sobre la boca de mi estómago, mis manos viajaron hasta su cabello, desordenándolo, alisándolo, jugando. Sus labios pasaron desde mis mejillas hasta mi nariz y por último mis labios, robándome suspiros, sonrojos y quizás mi independencia.
- Te amo tanto mi Boo – me susurraba ante cada caricia, cada beso y yo no podía hacer más que tratar de seguir el ritmo de su afecto de su amor…
Porque sí había caído presa de su encanto como la primera vez que lo vi, sólo que ahora estaba dispuesto a aceptarlo a ser feliz a su lado aunque el futuro no fuera necesariamente bueno, aunque la marea nos arrastrara a lo profundo, después de todo le tendría a mi lado, tendría a mi Yunnie…ah sosteniendo mi mano hasta el final, amándome hasta el final…
“Supongo que de eso se trata el amor ¿No Yunnie…ah?”
Just like friends… creo que los cinco podríamos reírnos de aquello
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